Dios no puede resistir a la oración perseverante

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Conviene también perseverar en el ejercicio de la oración porque el Todopoderoso no puede resistir a una humilde perseverancia en la oración; pues si la importunidad de la viuda del Evangelio pudo doblar y vencer la dureza de un juez inicuo (Luc. XVIII, 5), ¿cómo podrán nuestros ruegos dejar de mover a un Dios infinitamente bueno? Y así, aunque el Señor tarde en oírnos, y nos parezca que no quiere escucharnos, no debemos perder la confianza, que tenemos en su divina Bondad, ni dejar de continuar la oración; porque su divina Majestad tiene en un grado infinito todo lo que es necesario para poder y para querer enriquecernos y colmarnos de sus beneficios; y si de nuestra parte no hubiere alguna falta, podremos estar ciertos y seguros de que obtendremos infaliblemente la gracia que le pedimos, u otra que nos sea más útil y provechosa, y por ventura ambas gracias juntamente.(El Combate Espiritual, Lorenzo Scupoli)