Determinación en la conquista de la virtud

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No se puede determinar generalmente el tiempo que debemos emplear en el ejercicio de cada virtud, porque esto depende precisamente del estado y disposición en que nos hallamos, del progreso que hacemos en la vida espiritual, y de la dirección del que nos guía y gobierna; pero de ordinario, si nos aplicamos con todo, aprovecharemos mucho en pocas semanas. El cuidado, diligencia y solicitud que conviene es señal indudable y cierta de nuestro aprovechamiento, cuando en la sequedad, oscuridad y angustias del alma, y en la privación de las consolaciones y gustos espirituales, continuamos constantemente los ejercicios de la perfección. Es también señal no menos evidente, cuando la concupiscencia, vencida y sujeta a la razón, no puede impedirnos con sus contradicciones que nos ejercitemos en la virtud; porque en la medida que ella se enflaquece y debilita, se fortifican y se arraigan en el alma las virtudes. Por esta causa, cuando no se siente ya alguna contradicción o rebeldía en la parte inferior, podemos prometernos y asegurarnos que hemos adquirido el hábito de la virtud; y cuanto mayor fuere la facilidad en producir los actos, tato más perfecto será el hábito.(El Combate Espiritual, Lorenzo Scupoli)