Déjalo actuar

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Deja que la gracia misteriosa actué en tu espíritu como quiera y síguela donde te lleve. Que ella sea el agente activo y tú el receptor pasivo. No te interfieras con ella (como si te fuera posible aumentar la gracia), más bien déjala actuar, no sea que la estropees totalmente. Tu parte es la de la madera con respecto al carpintero o la casa en relación al que la habita. Permanece ciego durante este tiempo desechando todo deseo de conocer, ya que el conocimiento es aquí un obstáculo. Conténtate con sentir cómo se despierta suavemente en lo hondo de tu espíritu esta gracia misteriosa. Olvídate de todo excepto de Dios y fija en El tu puro deseo, tu anhelo despojado de todo interés propio. Si esto de que hablo forma parte de tu experiencia, entonces llénate de confianza porque realmente es Dios, y El solo, quien despierta tu voluntad y deseo. El no necesita técnicas ni tu asistencia. No tengas miedo del maligno, pues el no se atreve a acercarse a ti. Por astuto que sea, es incapaz de violar el santuario interior de tu voluntad, si bien algunas veces puede atentarlo por medios indirectos. Ni siquiera un ángel puede tocar directamente tu voluntad. Sólo Dios puede entrar aquí Estoy tratando de aclarar con palabras lo que la experiencia enseña más convenientemente: que las técnicas y métodos son en última instancia inútiles para despertar el amor contemplativo. Es inútil venir a esta actividad armado con ellos. Pues todos los buenos métodos y medios dependen de Él, mientras que El no depende de nada. (La Nube del No Saber – Anónimo ingles del siglo XIV)