Los que, sin embargo, están continuamente ocupados en la contemplación, experimentan todo esto de modo diferente. Su meditación se parece más a una intuición repentina o a una oscura certeza. Intuitiva y repentinamente se darían cuenta de sus pecados o de la bondad de Dios, pero sin haber hecho ningún esfuerzo consciente para comprender esto por medio de la lectura u otros medios. Una intuición como esta es mas divina que humana en su origen. De hecho, en este punto no me importa que dejes de meditar tanto en tu naturaleza caída como en la bondad de Dios. Supongo, naturalmente, que estas movido por la gracia y que has pedido consejo para dejar atrás estas prácticas. Pues entonces basta con centrar tu atención en una simple palabra tal como pecado o Dios (u otra que prefieras), y sin la intervención del pensamiento analítico puedes permitirte experimentar directamente la realidad que significa. No emplees la inteligencia lógica para examinar o explicarte esta palabra, ni consientas ponderar sus diferentes sentidos, como si todo ello te permitiera incrementar tu amor. No creo que el razonamiento ayude nunca en la contemplación. Por eso te aconsejo que dejes estas palabras tal cual, como un conjunto, por así decirlo. Cuando pienses en el pecado, no te refieras a ninguno en particular; sino solo a ti mismo, y tampoco a nada particular en ti mismo. Creo que esta oscura conciencia global del pecado (refiriéndote solo a ti mismo, pero de una manera indefinida, como a conjunto) puede incitarte a la furia de un animal salvaje enjaulado. Cualquiera que te observe, sin embargo, no notará ningún cambio en tu expresión y supondrá que estas perfectamente tranquilo y en orden. Sentado, caminando, echado, descansando, de pie o de rodillas aparecerías completamente relajado y en paz. (La Nube del No Saber – Anónimo ingles del siglo XIV)