Hermanos, el tiempo nos basta para darnos cuenta de que está cerca el aniversario de la Natividad de Cristo, nuestro Señor.
La misma creación expresa la inminencia de un acontecimiento en que todo queda restablecido. También ella desea con impaciencia ver cómo se iluminan sus tinieblas con el resplandor de un sol más brillante que el sol ordinario.
Esta espera de la creación a que se renueve su ciclo anual nos invita a esperar el nacimiento del nuevo Sol, Cristo, que ilumina las tinieblas de nuestros pecados.
Así que, de la misma manera que en estos días de solsticio la creación difunde más ampliamente su luz, despleguemos también nuestra justicia.
De la misma manera que la claridad de este día se manifiesta a pobres y ricos, que nuestra generosidad se extienda tanto a los peregrinos como a los pobres.
El mundo, en este tiempo, restringe la duración de las tinieblas; acortemos nosotros las sombras de nuestra avaricia. Que se funda todo hielo en nuestros corazones; que crezca la semilla de la justicia, calentada por los rayos del Salvador.
Hermanos, preparémonos, pues, a acoger el día del nacimiento del Señor adornados con vestidos resplandecientes de blancura.