Mientras la caridad es imperfecta aun en el alma el don de la sabiduría vierte en ella de una manera intermitente su destello celestial, la imagen del Verbo aparece y desaparece en el alma, como la imagen del cielo se esboza apenas en los cristales fluctuantes de un lago intranquilo; mas cuando las olas se sosiegan, sobre la paz de la inmóvil superficie cristalina delinease con rasgos precisos la clara imagen del cielo y la sabiduría es el faro siempre luminoso del alma pacificada, la imagen divina ya no oscila, porque el alma se ha fijado en la paz; y la imagen va tomándose tan precisa y tan clara, y el alma tan diáfana y tan pura, que desaparece lo humano bajo los esplendores triunfantes de lo divino. Es la transformación de que nos habla San Pablo diciendo: “Nosotros, contemplando la gloria del Señor, nos transformamos en la misma imagen de claridad en claridad, como por el Espíritu del Señor”. (El Espíritu Santo)