La fuente profunda de la imperfección hay que buscarla, por tanto, en las tendencias, instintos y hábitos de la naturaleza corrompida; y esta fuente debo encontrarla.
Me preocupo, en efecto, aquí de estudiar el interior de mi vida, y puesto que se trata de definir las ascensiones de mi alma hacia Dios, por la vía de la purificación interior, no puedo contentarme con caracterizar mis actos por el aspecto exterior y objetivo de su disconformidad con el orden divino y de sus efectos perniciosos.
No consiste todo en saber que tal acto está en oposición mortal, venial o de simple imperfección con el orden querido por Dios, y que produce en mí tales resultados sensibles, es preciso además que yo sepa por qué y cómo mi alma es arrastrada a esta oposición y a esta desgracia, es preciso encontrar la fuente, el origen. (José Tissot, La vida interior)