Ahora bien, si es verdad que estamos llamados a llevar lejos y cercano el amor de Dios, si tenemos que inflamar con él las naciones, si nuestra vocación es la de ir a esparcir este fuego divino en todo el mundo, si así es, digo, si así es, hermanos, ¡Cómo debo arder también yo mismo de este fuego divino!
Conferencias a los sacerdotes en misión