El mandamiento [de amar a Dios] no atribuye el amor a todas las potencias, pues sólo el corazón ama; sino todas las potencias al amor, pues todos nuestros actos deben unirse y enlazarse en el amor para formar esa única disposición, resultante general y viva, que es la piedad. Este mandamiento: Amarás, es la gran ley que resume todas las leyes, es el gran deber que resume todos los deberes. (José Tissot, La vida interior)