Acoger la liturgia con sencillez

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Éste no es para ti, alma mía, el momento de razonar ni meditar, sino de hacerte alma de niño. Cuando llegaste al uso de razón, aceptabas como una verdad absoluta cuanto tu madre te decía. Con idéntica sencillez e ingenuidad debes, pues, recibir cuanto tu Madre la Iglesia te presente como alimento de Fe. ¡Este rejuvenecimiento del alma es indispensable! Porque me aprovecharé de los tesoros de la Liturgia y sentiré la poesía que de ella emana, en la medida en que forma en mí un alma de niño. En esa misma medida progresaré en el espíritu litúrgico. Entonces, mi alma entrará con facilidad en adoración y perseverará durante la función (ceremonias, breviario, Misa, Sacramentos, etc.) en que tome parte en calidad de miembro o de embajador de la iglesia o como Ministro de Dios. (Dom. J.B. Chautard, El alma de todo apostolado)