El amor alcanzó en el alma pacifica el grado altísimo que caracteriza San Bernardo por estas arcanas palabras: «abrazar al Amado de manera inamisible…» Puso ya el Esposo su izquierda bajo la cabeza de la Esposa y con su diestra la abraza y conjura a las hijas de Jerusalén para que no despierten a la Amada ni turben el dulce sosiego de su sueño de amor. ¿Quién podrá separar al alma de su amor inmortal? El Amado es todo para ella y ella todo para el Amado. Ya no son dos, sino una sola cosa, porque el amor realizó su obra divina de unidad. (El Espíritu Santo)