El apoyo en Dios, como una manifestación de la confianza en él, no será plenamente puro si no adquiere la forma de abandono en Dios. Porque tú puedes confiar en él, pero esperando que cumpla tu voluntad: «Dios mío, confío en que harás mi voluntad”. Esa es una continuación de la egoísta búsqueda de uno mismo. El apoyarse en Dios tiene que convertirse en abandonarse en él. “Señor, que sea como tú quieras, porque tú me amas, y sabes mejor que nadie lo que me hace falta y lo que hace falta a aquellos que yo amo y por los que imploro». En la vida interior y en nuestro acercamiento a Dios, la confianza ha de irse convirtiendo en un total abandono. (Tadeuz Dajczer, Meditaciones sobre la fe).