Te presento al mejor maestro de oración

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Te presento al mejor maestro de oración

En los cursos y talleres de oración que he tenido hasta la fecha, he comprobado una y otra vez que el gran maestro de oración es Cristo Eucaristía. Al final de cada taller aplico una encuesta; a la pregunta ¿qué fue lo que más te sirvió? la respuesta más común es: la procesión con el Santísimo Sacramento o la adoración eucarística

¿Por qué se aprende a orar junto a Cristo Eucaristía? 4 razones

  1. Es un diálogo con una Persona que me escucha y me habla a mí, en mis circunstancias actuales, me da respuestas y me enseña a vivir bien. Disfrutamos los momentos de soledad e intimidad con aquellos a quienes más queremos, creo que por eso disfrutamos tanto esos ratos junto a Cristo Eucaristía. Así lo describe el Papa Benedicto XVI: «En la vida actual, a menudo ruidosa y dispersiva, es más importante que nunca recuperar la capacidad de silencio interior y de recogimiento: la adoración eucarística permite hacerlo no sólo en torno al Yo, sino también en compañía del Tú lleno de amor que es Jesucristo…» (Benedicto XVI, Angelus 10 de junio de 2007).
  2. Es vivir la experiencia del amor de Dios que me mira y me alimenta, y es una oportunidad para corresponder a Su amor ofreciéndole amor, compañía, reparación. Estar con Cristo Eucaristía es donación mutua en unión contemplativa: cuanto más le miro, más conquista mi corazón y más necesidad siento de que otros muchos le conozcan y le amen. «Para comunicar verdaderamente con otra persona debo conocerla, saber estar en silencio cerca de ella, escucharla, mirarla con amor. El verdadero amor y la verdadera amistad viven siempre de esta reciprocidad de miradas, de silencios intensos, elocuentes, plenos de respeto y veneración, de manera que el encuentro se viva profundamente, de modo personal y no superficial. Y lamentablemente, si falta esta dimensión, incluso la misma comunión sacramental puede llegar a ser, por nuestra parte, un gesto superficial.» (Benedicto XVI, Corpus Christi, 7 de junio 2012)
  3. Es conocer interiormente el Corazón de Jesús, cada vez de manera más personal y profunda, introduciéndonos en la herida de Su costado traspasado; es acoger el amor del Padre que me envía a Su Hijo; es gozar la acción del Espíritu Santo que nos lo revela de manera personal y siempre nueva.
  4. Es transformación en Él. Cuando contemplo la Eucaristía y me alimento de ella con fe y amor, la gracia me transforma, haciéndome poco a poco más semejante a Cristo, que es Camino que recorro, Verdad que es sustancia de mis pensamientos, Vida que alienta la mía como la fuente el manantial . «No soy yo, es Cristo quien vive en mí» (Gal 2,20) «En la Eucaristía, Cristo está realmente presente entre nosotros. Su presencia no es estática. Es una presencia dinámica, que nos hace suyos, nos asimila a él. el centro es Cristo que nos atrae hacia sí, nos hace salir de nosotros mismos para hacer de nosotros una sola cosa con él.» (Benedicto XVI, Ángelus, 25 de septiembre de 2005)

Podría dar más razones, pero aquí hay algunas que me parecen evidentes y que extraigo de lo que las personas me comentan y de mi propia experiencia ante el Santísimo expuesto.

Cristo Eucaristía está al alcance de todos, a todas horas; quiere ayudarnos a rezar mejor, a mejorar nuestra comunicación con Él. Basta que vayamos a buscarle y pasar sabrosos ratos a su lado. Cuanto más lo hagamos, más aprendemos y más lo disfrutamos.


Autor, P. Evaristo Sada L.C.(Síguelo en Facebook)

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