¿Demasiado de algo bueno?
En nuestro primer mensaje, hablamos sobre el deseo apasionado de crecer en la fe y sobre cómo «cristianizar nuestra mente» al comentar las tres funciones de nuestro intelecto.
Segundo, el factor gula. ¡En tu pregunta se manifiesta clara y fuertemente tu frustración! Tú deseas tener más tiempo para aprender –para aprender todo. ¡Pero eso es imposible! Y tú sabes que es imposible. Entonces, necesito preguntarte ¿por qué estás frustrado? La frustración se da siempre en función de expectativas.
Si tú estás esperando ser capaz de hacer lo imposible, claro que te sentirás frustrado. Pero ¿que le pasaría a esa frustración si tú cambiarás tus expectativas? ¿Cómo te sentirías si aceptaras plena y verdaderamente las limitaciones reales que tu naturaleza humana pone a las posibilidades de tu desarrollo intelectual? En ese caso, mantendrías tu afán por continuar aprendiendo sobre Dios y su plan para tu vida, pero ese afán te traería paz y gozo en lugar de frustración y tensión.
¿Te has preguntado alguna vez por qué no has aceptado las limitaciones reales de tu condición humana en este campo? Yo me aventuraría a decir que un factor que contribuye en este escenario es el antiguo enemigo, el demonio mismo. Tú estás demasiado enamorado de Dios como para ser muy vulnerable a las tentaciones de excesos materiales. Entonces el demonio tiene que cambiar la táctica para impedir tu progreso espiritual: meter gula espiritual e intelectual. Si tus ojos espirituales e intelectuales se vuelven más grandes que tu estómago y tú actúas en base a esto, experimentarás algo de indigestión espiritual, que se convertirá en un buen aliado de los esfuerzos del demonio para volver lento tu progreso a lo largo del camino de la madurez cristiana.
Tomar decisiones placenteras
Tú experimentas placer al aprender sobre el Dios que amas. Esto es algo bueno –todos los placeres, en su debido contexto, son buenos. Dios creo ambos, nuestra capacidad de experimentar placer y los objetos que estimulan ese placer. El demonio no puede cambiar eso, pero si puede torcerlo un poco y volvernos más y más apegados al placer, hasta el punto que comenzamos a preferir –si no en teoría pero sí en la práctica- el placer por sí mismo, más que a Dios que lo creó.
Éste se comprende fácilmente en el terreno material –los placeres físicos asociados con la gula, la lujuria y la pereza son obvios, pero no estamos muy conscientes de la forma espiritual de estos pecados capitales. Si tu deseo de aprender sobre Dios y la fe que Él te ha dado te ha provocado ansiedad, tensión y frustración, en lugar de alegría y entusiasmo gozoso, se ha deslizado algo de gula intelectual en ti. Córtala de raíz. Acepta la verdad que conoces: nunca serás capaz de aprender todo sobre Dios y la vida espiritual; tu travesía hacia la madurez cristiana te presentará constantemente nuevas perspectivas y descubrimientos y no tienes porque tratar de agotarlos. Esto nos lleva al tercer pensamiento.
En nuestro siguiente y último mensaje sobre este tema, discutiremos opciones para encontrar maneras sanas de obtener mayor conocimiento de nuestra fe a través de la lectura espiritual, el establecimiento de objetivos y el manejo de actitudes.
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