En las dos notas anteriores traté de responder a la pregunta: «Cómo rezar bien el Avemaría» y ofrecí una sencilla «Explicación del Avemaría«. Ahora me detengo a sugerir momentos para rezar el Avemaría.
Cualquier momento es buen momento para rezar el Avemaría. Puedes formar ciertos hábitos o rutinas de vida de oración y es cosa buena hacerlo, pero también es bueno tener siempre el nombre de la Virgen María «en la punta de la lengua».
Cuándo puedes rezar el Avemaría:
Al comenzar el día: En mis años de formación para el sacerdocio y todavía hoy, cuando voy de camino a la Capilla para las oraciones comunitarias, veo a algunos de mis hermanos de pie frente a una imagen de la Santísima Virgen María. Hermosa manera de comenzar el día.
Al salir de casa, para ponerse en sus manos, pedirle su protección y compañía en el camino.
Al rezar el Angelus, a las 12 del día y a las 6 de la tarde.
Al pasar frente a una imagen suya, frente a una Iglesia dedicada a Ella, o simplemente al recordarla en cualquier momento.
Al rezar el Rosario: ¡50 veces! Para decirle cuánto la queremos y cómo necesitamos que nos ayude a contemplar a Jesús desde su mirada y a amarlo con los mismos sentimientos que ella.
Ante un crucifijo: Fue desde la cruz que Jesús nos dijo: «Allí tienes a tu Madre» (cf Jn 19,25-28) Es bello recordar y agradecer ese momento cada vez que estemos ante Cristo crucificado.
Ante la belleza de la creación. Ella es la criatura más bella salida de la mano de Dios. San Luis María Grignion de Montfort comenta que cuando Dios NS quiso crear al hombre, creó el universo con sus estrellas y soles, la tierra con el mar, el aire y el agua, los animales y plantas y todo cuanto contiene, un Paraíso en que lo colocó; pero cuando pensó en enviar a su propio Hijo, creó para Él un nuevo Paraíso y lo llamó María.
Al ver una persona que sufre o que tiene alguna necesidad, para pedir por ella. «Ruega por nosotros», «Ruega por él».
Ante Cristo Eucaristía: tal vez sea el lugar y el momento más hermoso de todos. Rezar un Avemaría ante Cristo Eucaristía es decirle: «Gracias por traer a Jesús al mundo; si no fuera por ti no tendríamos Eucaristía», «Enséñame a orar», «Fórmame como lo hiciste con Jesús», «También yo quiero consolarle, hagámoslo juntos»…
Antes de acostarse: Cuando tenía 18 años, mi director espiritual me aconsejó terminar el día con una visita a la Santísima Virgen y así lo he hecho hasta el presente. Se lo recomiendo mucho: consiste simplemente en ir a donde esté una imagen de la Virgen, rezar con calma tres Avemarías y darle «el beso de las buenas noches».
Espero que estos tres artículos sobre el Avemaría nos ayuden a tener una relación aún más cercana y filial con la Santísima Virgen.
Los otros dos artículos son:
¿Cómo rezar bien el Avemaría? y Explicación del Avemaría.
Autor: P. Evaristo Sada, L.C.(Síguelo en Facebook)
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