La oración, como ya hemos dicho, es un coloquio del alma con Dios; es el hijo que conversa con el Padre. (…) ¿cómo surge en nuestro espíritu este deseo, este impulso que nos lleva a querer encontrar y hablar a Dios?
El inicio de la oración en el hombre
El inicio de la oración, siempre bajo la gracia del Espíritu Santo (Rm 8,14-15) y suscitada por su acción (Rm 8,26), tiene que buscarse en lo íntimo de nuestro espíritu, en la voluntad que quiere encontrarse y conversar con Dios.
La oración que fuese sólo un movimiento de los labios sería un puro ejercicio verbal; Dios pide, en cambio, el homenaje filial de nuestra mente y de nuestro corazón. Así también la oración que quisiese ser solamente pensamiento, reflexión, aunque tuviese como objeto a Dios mismo, sería un ejercicio intelectual pero no sería oración.
Para orar es necesario que nuestro espíritu se eleve a Dios y que a Él digamos cuanto está en nuestro corazón, es decir que la voluntad exprese sus afectos.«
Extracto de «La oración»
Autor: Antonio Furioli
El contenido de este artículo puede ser reproducido total o parcialmente en internet siempre y cuando se cite su autor y fuente originales: www.la-oracion.com y no se haga con fines de lucro.