Ascesis y oración (Segunda parte)

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Ascesis y oración (segunda parte)

Este trabajo ascético funda su necesidad en el hecho que llevamos en nosotros un desconcierto profundo, por lo cual las realidades terrenas ya no son apreciadas como medios particulares y mucho menos nos parecerán útiles para ir a Dios, aunque las vemos con un espíritu egoísta que las desea por sí mismas creyendo encontrar en ellas la razón última de la propia felicidad. Tal situación requiere vigilancia y lucha contra nuestra soberbia y el amor desordenado de nosotros mismos en relación con las criaturas por medio de la cruz y de la resurrección del Salvador.

Entonces, redimidos por Cristo, convertidos en nuevas criaturas por el Espíritu Santo, llegamos a ver y a considerar todo, a nosotros y a las realidades terrenas, como don de Dios y como tal lo recibimos y lo vivimos. Se trata, por tanto, de una purificación profunda y necesaria para sentir que todo es nuestro, pero nosotros somos de Dios (1 Cor 3,22-23; G.S. 37/1433-1436).

Despréndete de lo que te aleje de Dios

Por tanto, es de gran importancia un esfuerzo ascético de preparación del espíritu para tener esta garantía de un trabajo serio y del progreso en la meditación. Para encontrar a Dios hace falta buscarlo, y Él se revela cuando nosotros tocamos a su puerta (Mt 7,7-8; Lc 11, 9-10); y esto es cuanto deseamos y queremos obtener en la oración. “Para tratar con Dios hace falta, primero, desprenderse de las criaturas. No podemos hablar dignamente a nuestro Padre celestial, si la criatura ocupa la imaginación y el espíritu, y sobre todo el corazón. La pureza del alma es considerablemente necesaria. Esta es una disposición remota indispensable”.

Puedes leer la primera parte siguiendo este link.


Extracto del libro La oración

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