La vida espiritual de una persona, considerada objetivamente en sí misma, forma un todo, una única realidad. (…) Y bien, cada elemento lleva consigo necesariamente la huella del todo y de él depende. La oración es indicador y causa de la vida espiritual de un alma y, necesariamente, depende de ella.
Un corazón que se entrega en la oración, tendrá pureza de intención
Dada esta interdependencia entre vida espiritual y oración, será de gran importancia que, en vista de la oración, el espíritu se prepare convenientemente, se disponga, ya sea quitando con generosidad los obstáculos, o cultivando (…) la oración. Sólo una profunda pureza de espíritu puede crear las condiciones necesarias para encontrarse con Dios y para gustar las íntimas dulzuras: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt 5,8).
La práctica de la humildad y de la confianza, consiste en un vivo deseo de progreso, de unión con Dios y de hacer su voluntad; una vida coherente que quiere agradar al Padre, será una garantía segura de oración bien hecha y fructífera. En cambio, todo aquello que voluntariamente impide la unión con Dios, forma un verdadero obstáculo a la oración. Orar es ascender, encontrarse con el Padre, reposar con Él con una mente pura y con un corazón que ama sin obstáculos; es necesario por tanto desprenderse de todo aquello que impide la ascensión.
Extracto el libro La oración
El contenido de este artículo puede ser reproducido total o parcialmente en internet siempre y cuando se cite su autor y fuente originales: www.la-oracion.com y no se haga con fines de lucro.