El hijo de la paz debe buscar y llegar a alcanzar la paz

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El Espíritu Santo nos advierte: Busca la paz y corre tras ella. El hijo de la paz debe buscar y llegar a alcanzar la paz; el que conoce y ama el vínculo de la caridad debe guardar su lengua del pecado de discordia. El Señor, la vigilia de su pasión, entre las prescripciones divinas y sus mandamientos de salvación añadió éste: La paz os dejo, la paz os doy. Ésta es la herencia que nos ha legado: todos los dones, todas las recompensas que nos ofrece, las ha unido a la promesa de mantenernos en su paz. Si somos los herederos de Cristo, permanezcamos en la paz de Cristo. Si somos hijos de Dios, debemos ser pacíficos: Dichosos los constructores de paz: serán llamados hijos de Dios. Es necesario que los hijos de Dios sean pacíficos, humildes de corazón, sencillos en su hablar, totalmente acordes por el amor, fielmente unidos por los lazos de un mismo pensar y sentir.

Esta unidad existió ya en tiempos de los apóstoles. Por eso, el nuevo pueblo de los creyentes, fiel a las prescripciones del Señor, conservó la caridad. De ahí venía la eficacia de sus plegarias: estaban seguros de obtener lo que pedían a la misericordia de Dios.