Si tenemos tanto amor a los pobres es porque hoy en ellos encontramos a Jesucristo, que es la Palabra de Dios hecha carne. Cuanto más unidos estamos a Dios tanto más crece nuestro amor a los pobres y nuestra disponibilidad para servirles desde el fondo del corazón.
No vayáis a países lejanos para buscar a Dios; él está a vuestro lado; está con vosotros. Tened vuestras lámparas encendidas, y le descubriréis constantemente. Vigilad y orad.
Jesús ofrece su amistad duradera, confiada, personal, a cada uno de nosotros; lo expresa con ternura y amor. Nos ha unido a él para siempre.
Y ahora, con nuestra diligencia, ponemos en práctica este amor.
Jesús pasó por el mundo haciendo el bien, y nosotros ahora procuramos imitarle; yo creo que Dios ama al mundo a través de nosotros. ¡Veo a tanta gente en la calle, gente que nadie ve, de quien nadie se ocupa, gente ávida de amor! Son Jesús.