¿Quién no conoce esta frase clásica de San Bernardo dirigida a los apóstoles? «Si sabes obrar con cordura, sé concha y no canal». Si sapis, concham te exhibebis non canalem (Serm. 18, in cant.). Por el canal corre el agua sin dejar una gota. El depósito, en cambio, una vez lleno, deja correr lo que le sobra para fertilizar los campos. ¡Cuántos que se consagran a las obras no son sino canales, y quedan completamente secos precisamente cuando están empeñados en fecundar los corazones! Canales multos hodie habemus, conchas vera perpaucas («Hoy hay en la Iglesia exceso de canales y pocos depósitos», ibid.), agregaba con tristeza el Santo Abad de Claraval. Siendo toda causa superior a su efecto, es necesaria mayor perfección para perfeccionar a los demás que para perfeccionarse a sí mismo [3]. Una madre no puede amamantar a su hijo si no se alimenta ella; del mismo modo, los confesores, directores de almas, predicadores, catequistas y profesores, deben de antemano asimilar la sustancia de que han de aumentar después a los hijos de la Iglesia [4]. La verdad y el amor divinos son los elementos de esta sustancia. Sólo la vida interior interpreta la verdad y la caridad de Dios de una manera eficaz para hacer de ellas un alimento capaz de engendrar la vida. (Dom. J.B. Chautard, El alma de todo apostolado)