Sta. Teresa de Lisieux ha comprendido maravillosamente que Dios no podía dar el remedio del amor más que a los que tenían conciencia de estar enfermos. Porque ha experimentado hasta la desesperación su impotencia para amar, ha podido recibir la curación del Salvador. Los que quieren amar sin conocer la humillación de ser pobres y mendigos del amor experimentarán amargas decepciones, pues creerán que aman y que hacen las obras del Amor, mientras están en la ilusión y no pueden hacerlas, pues son incapaces. (Lafrance J, Mi vocación es el amor).