Nada queda sin recompensa ante Dios

1612

¿Cómo habrá Dios de dejar sin recompensa cumplida trabajo tan arduo? Así como en las regiones cálidas se cubren rápidamente los Campos de opulenta vegetación: surgen por dondequiera los tallos, crecen y se entrelazan las ramas, un aroma de vida embalsama la atmósfera y las flores efímeras lánguidamente se deshojan para que se dilaten los frutos; así en el huerto secreto del alma se difunde la vida; las obras santas se multiplican con divina rapidez». Los perfumes de todas las virtudes armoniosamente se funden, como en un campo de azucenas brilla la nítida blancura de la pureza y en el silencio de la vida brotan los frutos del Espíritu bajo las flores efímeras de los santos consuelos. Venga a su huerto el Amado, puede exclamar el alma saciada de justicia; han desaparecido las flores, los frutos ya cuelgan de las ramas fatigadas y todos los perfumes esparcidos por el viento suave convidan a las dulces intimidades del amor. El alma está saciada, porque todo en ella es armonía y paz; poco a poco el ruido de la acción va haciéndose más suave; un silencio celestial, anuncio de una vida mejor, va invadiendo dulcemente al alma: la hora de la contemplación se acerca: la ha preparado la acción. (El Espíritu Santo)