La fuerza transformante del Espíritu Santo

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¡Si comprendiéramos esto, si nos diéramos cuenta de que llevamos al Espíritu Santo en nuestras almas, cómo se transformaría nuestra vida! ¿Por qué quejarnos de la soledad cuando nos acompaña el Espíritu Santo? ¿Por qué sentir pena e inquietud cuando llevamos en nuestra alma al Paráclito? ¿Por qué andar suspirando por la felicidad de los bienaventurados? ¡Oh!, ¡si tuviéramos una fe viva! ¡si nos diéramos cuenta del misterio que se realiza en nuestras almas! Como dijo Jesús a la Samaritana en el brocal del pozo de Jacob: “Si scires donum Dei —Si conocieras el don de Dios…!» (El Espíritu Santo)