Siempre ejercitarse en el amor

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San Juan de la Cruz enseña que «es gran negocio para el alma ejercitar en esta vida actos de amor, porque consumándose en breve, no se detenga  mucho acá o allá sin ver a Dios».  Y tan grande estima tiene el Santo de la caridad, que escribe: «es más precioso delante de Él (de Dios) y del alma un poquito de este puro amor, y más provecho hace a la Iglesia, aunque parece que no hace nada, que todas estas obras juntas”. Piénsese a las veces que ejercitarse en el amor es propio de los perfectos y en un sentido es verdad, puesto que en las cumbres de la vida Espiritual bien puede decirse que el alma no hace otra cosa sino amar, como lo expresa en la canción citada San Juan de la Cruz. «Mi alma se ha empleado y todo mi caudal en su servicio: ya no guardo ganado, ni ya tengo otro oficio, que ya sólo en amar es mi ejercicio». Pero en todas las etapas de la vida Espiritual debe ejercitarse el amor; en efecto, la caridad está en el alma desde que está en ella la gracia y siempre es forma de las virtudes y vínculo de la perfección, esto es, mueve, impulsa, dirige y coordina todas las virtudes y todos los dones Espirituales. Cualquiera que sea la obra que tiene que realizar el alma: sea purificarse, sea progresar, sea unirse íntimamente con Dios; siempre el principio impulsor y director es la caridad. (El Espíritu Santo)