Preparación para la misa dominical: domingo XIII del tiempo ordinario

1998
Empiezan las vacaciones

XIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (Sb 1, 13-15; 2, 23-24; Sal 29: 2 Co 8, 7. 9. 13-15; Mc 5, 21-43)

La Palabra

«Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes. Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser».

«Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:

-«Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.»

-«No temas; basta que tengas fe».

Meditación

Dios es Dios de vida, Él quiere y ama la vida. «La vida es gloria de Dios» (San Ireneo). El Creador ha infundido aliento al barro entre sus manos y ha hecho vivientes.
La Buena Noticia del Evangelio es la Salvación. Jesucristo ha venido a revelar al mundo la voluntad divina. Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad.
Jesucristo ha venido al mundo para que todos tengan vida, y la tengan abundante. Y para asegurar este don, Él mismo se ha entregado enteramente, para que todos sus hermanos, los hombres, alcancen la vida eterna, por el perdón de los pecados.
Estas verdades, si se acogen con fe, conceden la serenidad y el gozo a quienes saben que no están destinados a la muerte, y creen que esta historia es un tránsito. Somos peregrinos hacia la vida eterna, la vida que no acaba.
El mensaje de las Escrituras de este domingo, cuando en algunos lugares se inicia el tiempo de vacaciones, enseña que la felicidad y el disfrutar de la salud y de la vida se gustan desde la perspectiva creyente, la de aquellos que se saben criaturas de Dios, sostenidas por Él, amadas, redimidas por Jesús, esperadas en el Reino eterno.

Oración

«Te ensalzaré, Señor, porque me has librado, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo; su cólera dura un instante; su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto, por la mañana, el júbilo.»


Agradecemos esta aportación a Don Ángel Moreno de Buenafuente (consulta aquí su página web)

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