¡Vamos todos a adorarlo!

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Epifania

“Los Magos, al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.” (Mt 2, 10-11)

Adorar

No es una expresión humillante, no es una pérdida de dignidad, no es un vasallaje de esclavos, no es una falsa expresión aduladora, ni es una actitud servil.

Solo Dios merece adoración. “Si nuestro Dios a quien veneramos puede librarnos del horno encendido, nos librará, oh rey, de tus manos. Y aunque no lo hiciera, que te conste, majestad, que no veneramos a tus dioses ni adoramos la estatua de oro que has erigido.” (Dn 3, 17-18)

Es rendir el pensamiento y oblacionar la voluntad. “¡Oh secretos de Dios! Aquí no hay más de rendir nuestros entendimientos y pensar que para entender las grandezas de Dios no valen nada.” (Santa Teresa, CAD 6,7)

Es atreverse a besar a quien hecho hombre es Hijo de Dios. “La palabra latina para adoración es ad-oratio, contacto boca a boca, beso, abrazo y, por tanto, en resumen, amor. La sumisión se hace unión, porque aquel al cual nos sometemos es Amor. Así la sumisión adquiere sentido, porque no nos impone cosas extrañas, sino que nos libera desde lo más íntimo de nuestro ser.” (Benedicto XVI, Homilía, JMJ Colonia, 21 de agosto, 2005)

Es la manifestación suprema del amor y de la unión con Dios: “La adoración, como hemos dicho, llega a ser, de este modo, unión. Dios no solamente está frente a nosotros, como el totalmente Otro. Está dentro de nosotros, y nosotros estamos en él. Su dinámica nos penetra y desde nosotros quiere propagarse a los demás y extenderse a todo el mundo, para que su amor sea realmente la medida dominante del mundo.” (Benedicto XVI, Colonia, 21 de agosto, 2005)

Es el gesto por el que se reconoce a quien es el Señor. Es la expresión libre y amorosa de abrazar la voluntad de quien se sabe y se reconoce como Nuestro Señor. “Y creedme que no está el negocio en tener hábito de religión o no, sino en procurar ejercitar las virtudes y rendir nuestra voluntad a la de Dios en todo.” (M III, 2, 10)

Propuesta

¿Te sientes invitado a adorar, a rendir tu razón, a amar a Dios?


Agradecemos esta aportación a Don Ángel Moreno de Buenafuente (consulta aquí su página web) El contenido de este artículo puede ser reproducido total o parcialmente en internet y redes sociales, siempre y cuando se cite su autor y fuente original: www.la-oracion.com y no se haga con fines de lucro.