El remedio a la tentación es invocar el auxilio de Dios y continuar orando mientras dure. Poner en Dios nuestra confianza “¿No es siempre Él quien las permite para nuestro bien?”
El remedio a la tentación es invocar el auxilio de Dios y continuar orando mientras dure. Poner en Dios nuestra confianza “¿No es siempre Él quien las permite para nuestro bien?”