La vida contemplativa, culmen de la vida activa

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En el grado superior de la vida activa (que se funde con el grado inferior de la vida contemplativa) el hombre comienza a meditar en las cosas del espíritu. Ahora es cuando debe ponderar con lagrimas la maldad del hombre hasta adentrarse en la Pasión de Cristo y los sufrimientos de sus santos con ternura y compasión. Es ahora también cuando crece en el aprecio de la bondad de Dios y de sus dones y comienza a alabarle y darle gracias por las maravillosas maneras con que actúa en su creación. Pero en el grado más alto de la contemplación -tal como la conocemos en esta vida- todo es oscuridad y una nube del no-saber. Aquí uno se vuelve a Dios con deseo amoroso de sí lo El mismo y permanece en la ciega conciencia de su desnudo ser. Las actividades del grado inferior de la vida activa dejan gran parte del potencial humano natural del hombre sin explotar. En esta etapa vive, como si dijéramos, fuera de sí mismo o por debajo de sí mismo. A medida que avanza hacia el grado superior de la vida activa (que se funde con el grado inferior de la vida contemplativa) se va haciendo más interior, viviendo mas desde las profundidades de sí mismo y haciéndose más verdaderamente humano. Pero en el grado superior de la vida contemplativa se trasciende a si mismo porque consigue por la gracia lo que por naturaleza está por encima de el. Pues ahora se encuentra unido a Dios espiritualmente en una comunión de amor y de deseo. (La Nube del No Saber – Anonimo ingles del siglo XIV)