Las fórmulas llegarán a ser necesarias después, cuando el alma tenga necesidad de desahogar hacia fuera el ímpetu de los sentimientos que estremecen en el espíritu — por ejemplo:
-
Para pedir perdón.
“Tenme piedad, oh Dios, según tu amor, por tu inmensa ternura borra mi delito, lávame a fondo de mi culpa, y de mi pecado purifícame” (Sal 51 [50], 3.4.6).
-
Para superar fuertes tentaciones.
“Tenme piedad, oh Dios, tenme piedad, que en ti se cobija mi alma; a la sombra de tus alas me cobijo hasta que pase el infortunio” (Sal 57 [56], 1.2).
-
Para encontrarme con el Padre.
“Dios, tú mi Dios, yo te busco, sed de ti tiene mi alma, en pos de ti languidece mi carne, cual tierra seca, agotada, sin agua” (Sal 63 [62], 1.20).
Extracto de La oración
El contenido de este artículo puede ser reproducido total o parcialmente en internet siempre y cuando se cite su autor y fuente originales: www.la-oracion.com y no se haga con fines de lucro.