Yo no quiero ni hacer el necio ni hacer el sabio, porque si la humildad me impide hacer el sabio, la simplicidad y la sinceridad me impiden hacer el necio; y, si la vanidad es contraria a la humildad, el artificio, la afectación y la ficción son contrarias a la simplicidad y a la sinceridad. Y, si algunos siervos de Dios se han fingido locos, para hacerse más abyectos a los ojos del mundo, es menester admirarles, pero no imitarles, pues ellos han tenido motivos para llegar a estos excesos, los cuales son tan particulares y extraordinarios, que nadie ha de sacar de ello consecuencias para sí. Y, en cuanto a David, si bien danzó y saltó delante del Arca de la Alianza algo más de lo que convenía a su condición, no lo hizo porque quisiera parecer loco, sino que, sencillamente, y sin artificio, hizo aquellos movimientos exteriores, en consonancia con la extraordinaria y desmesurada alegría que sentía en su corazón. Es verdad que, cuando Micol, su esposa, se lo echó en cara, como si fuese una locura, él no se afligió al verse humillado, sino que, perseverando en la ingenua y verdadera demostración de su gozo, dio testimonio de que estaba contento de recibir un poco de oprobio por su Dios. Por lo tanto, te digo que, si por los actos de una verdadera e ingenua devoción, te tienen por vil, abyecta o loca, la humildad hará que te alegres de este feliz oprobio, la causa del cual no serás tú, sino los que te lo infieran.
Introducción a la vida devota