La belleza de María

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María está allá arriba, muy cerca de Dios, reina de la humildad, madre de la divina gracia, madre de mi Dios y madre mía. Se inclina hacia mí para decirme: Yo soy la madre del amor hermoso y del temor y de la ciencia, es decir, de la piedad, pues estas tres cosas son la piedad. Y soy también la madre de la santa esperanza, porque la piedad que en mi calidad de madre formo y alimento en vosotros sobre la tierra, no tendrá su expansión plena sino en el cielo: aquí abajo la formación, allá arriba el gozo. Soy vuestra madre para el tiempo y para la eternidad; tengo para vosotros todas las gracias, las del camino y las del fin; en mí están todas las esperanzas, las de la vida de allá arriba y las de la fuerza aquí abajo para llegar al cielo. Venid, pues, a mí todos los que suspiráis por mí; venid y saciaos de mis dulces frutos. Mi espíritu, que os dará la vida, es más dulce que la miel, y más suave que el panal de miel mi herencia, a la cual os conduciré. (José Tissot, La vida interior)