El ascenso por medio de la abnegación

1837

El hombre que sabe negarse a sí mismo, renunciar a sus caprichos, prescindir de su sensiblería, moderar sus aficiones, llega a ser necesariamente un hombre de carácter firme y vigoroso para el sacrificio. Los grandes corazones están templados en la abnegación, y son de temple tanto más fuerte cuanto con más oportunidad saben anegarse en este baño. ¡Qué hermoso instrumento para la caridad es un corazón preparado en el temple y vaciado en el molde de la abnegación! Un corazón así sabe amar a Dios, al prójimo y a sí mismo… ¿Y no desearé yo elevarme hasta esa esforzada caridad, centro vivo de toda la piedad? Para esto me es necesario emplear las prácticas de abnegación que prepararán mi corazón para estas ascensiones. (José Tissot, La vida interior)