Hay almas que irán siempre a Dios por los pequeños detalles sucesivos, circunstanciales, que corresponden mejor al alcance de su espíritu; estas almas no deben abandonar ese camino, que es bueno para ellas: que vayan así, sencillamente, y llegarán suavemente. Pero aun estas mismas no deben sobrecargarse demasiado ni multiplicar sus prácticas con exceso, a fin de no extenuarse: la sobriedad es madre de la salud. (José Tissot, La vida interior)