Las vías ordinarias y extraordinarias

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Si a Dios le place llevarme por vías extraordinarias, no tengo más que dejarme conducir por Él desde el momento en que yo esté seguro de que es Él verdaderamente quien me conduce. Pero es de notar que las vías extraordinarias de Dios no son jamás contrarias a las vías ordinarias: son superiores a éstas y su continuación, son una expansión más elevada del espíritu contenido en las vías ordinarias. Dios las revela, sobre todo, a fin de mostrar a las almas que la letra mata donde precisamente se encuentra el espíritu verdadero que vivifica; le agrada despejar este espíritu de las nubes y trabas de la letra, y hace que resplandezca puro, dilatado, vivificante; y lo muestra así a las almas que languidecen sentadas en las tinieblas y sombras de la letra. (José Tissot, La vida interior)