Jesús, el único cimiento de la vida espiritual

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¡Si estas almas supiesen cuál es la única cosa necesaria!. ¡Si sólo se ocupasen en ella! ¡Si sólo pensasen en levantar el edificio único sobre el único cimiento! Pero edifican sobre arena, y ¿qué extraño es que la casa no se mantenga en pie? ¡Tantos vientos soplan, tantos torrentes se precipitan sobre ella!. Y cuando el ruinoso edificio está casi en tierra, sólo les ocurre ir a un retiro y tratar de volver a construirlo. Y semejantes a un niño que ha visto caer su castillo de naipes y que intenta levantarlo de nuevo, proyectan tomar nuevas resoluciones, nuevas prácticas, tan exteriores, tan poco profundas, tan incoherentes como las anteriores, y por consiguiente, tan poco duraderas como aquéllas, y la nueva construcción se verá condenada a derrumbarse otra vez al impulso del viento y de las aguas. Y no les ocurre buscar la roca, no piensan en edificar sobre cimiento sólido y profundo. (José Tissot, La vida interior)