Los perfectos tienen otras más perfectas lágrimas, que se causan del gozo que reciben viéndose amados de Dios, y que les da en abundancia su gracia; lo cual considerando ellos, reputándose indignos de tantas mercedes, deshácense de gozo en unas lágrimas que parecen agua de ángeles, y se reducen al hacimiento de las gracias que hace el corazón de los tales a Dios derritiéndose en su amor, como el agua helada se deshace cuando recibe el rayo del sol cuasi haciéndole gracias, porque viene a quitarle su frialdad. De estas lágrimas, que son todas gozosas, está escrito (Tob 11,9): Comenzaron a llorar de gozo.
Tercer abecedario espiritual