La paz que nos quiere arrebatar el demonio

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El demonio procura con todo esfuerzo desterrar la paz de nuestro corazón; porque sabe que Dios habita en la paz, y que la paz es el lugar en que suele obrar cosas grandes. De aquí nace que no hay artificio de que no se sirva para robarnos este inestimable tesoro, y a este fin nos inspira diversos deseos que parecen buenos y son verdaderamente malos. Este engaño se puede conocer fácilmente, entre otras señales, en que tales deseos nos quitan la paz y quietud del corazón. Para remediar un daño tan grave, conviene que, cuando el enemigo se esfuerza a excitar en ti algún nuevo deseo, no le des entrada en tu corazón sin que primeramente, libre y desnuda de todo afecto de propiedad y querer, ofrezcas y presentes a Dios este nuevo deseo; y, confesando tu ceguedad e ignorancia, le pidas con eficacia que su divina luz te haga conocer si viene de su Majestad o del enemigo. Recurre también, cuando pudieres, al consejo de tu padre espiritual.(El Combate Espiritual, Lorenzo Scupoli)