Para aprender a contemplar el rostro de Cristo muerto, debíamos pedirle prestados sus ojos a María. Préstanos tus ojos, Madre, para verlo de cerca, como cuando ya desclavado de los brazos de la cruz, lo colocaron en los tuyos inmensamente abiertos.
Para aprender a contemplar el rostro de Cristo muerto, debíamos pedirle prestados sus ojos a María. Préstanos tus ojos, Madre, para verlo de cerca, como cuando ya desclavado de los brazos de la cruz, lo colocaron en los tuyos inmensamente abiertos.