Aspirar a la pureza, pues somos templos de Dios

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Buscad grandes bienes y emprended nobles empresas, y no menores que aposentar a Dios en vuestro cuerpo y vuestra ánima con entrañable limpieza de corazón. Miraos con estos ojos, pues dice San Pablo (1 Cor., 3, 16): ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Y en otra parte (1 Cor., 6, 19) dice: ¿No sabéis que vuestros miembros son templo del Espíritu Santo que en vosotros está, el cual Dios os lo ha dado, y que no sois vuestro? Y pues sois comprados por precio grande, honrad a Dios en vuestro cuerpo. Considerad, pues, que cuando recibisteis el santo Bautismo fuisteis hecha templo de Dios, y consagrada vuestra ánima a Él por su gracia, y vuestro cuerpo, por ser tocado con el agua santa; y de ánima y de cuerpo se sirve el Espíritu Santo, como un señor de toda su casa, moviendo a buenas obras a ella y a él. Y por eso se dice que también nuestros miembros son templo del Espíritu Santo. Grande honra nos da Dios en querer morar en nosotros, y honrarnos con verdad y nombre de templo; y grande obligación nos echa para que seamos limpios, pues a la casa de Dios conviene limpieza. (Ps., 92.) Y si (Juan De Ávila, Audi filia)