María, Virgen de los Pobres, Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es Dios, nuestro Padre, que te ha enviado a nosotros.
Lo que tú has sido siempre para nosotros lo sigues siendo y lo serás siempre para aquellos que, como nosotros y aún mejor que nosotros, te ofrecen su fe y su oración.
Tú serás para nosotros lo que has revelado en Banneux: La Mediadora de todas las gracias, la Madre del Salvador, Madre de Dios, la Madre compasiva y poderosa que ama a los pobres y a todos los hombres, que alivia el sufrimiento, que salva a los individuos y a las sociedades, la Reina y la Madre de todas las naciones, que ha venido a nosotros para conducir a los que se dejan guiar por ti hacia Jesús verdadera y única Fuente de la vida eterna.