¡Oh Jesús mío, oh Padre mío!
Vengo a visitarte.
Vengo a decirte que te amo.
Que tú eres mi Padre.
Que tengo mucha confianza en ti.
Que me tratas muy bien.
Que te doy muchas gracias.
Que estoy muy contento con tu voluntad.
Que yo me porto muy mal contigo,
y esto me da mucha pena.
Que te pido perdón y quiero portarme bien.
Que, sin embargo, te amo muchísimo.
Y también a tu Madre y Madre mía, la Virgen.
Y también a tu Padre, san José.
Que no me dejes, que me salves.
Que me des las tres perseverancias.
Que me des la salud, si me conviene.
Y la gracia de hacer bien a muchos.
Señor y Padre bueno,
que mires por tu Iglesia,
y por nuestro Santo Padre,
y por los prelados y sacerdotes.
Que mires por los religiosos y religiosas.
Que mires por mis amigos.
Que mires por mi país y por su Gobierno,
y por sus gobernantes y subditos.
Que atiendas a los agonizantes,
y saques pronto a las ánimas.
Que cuando yo vuelva sea mejor.
Adiós, Padre mío.