Ven, ven, Señor, no tardes.

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La pena que la tierra soportaba,

a causa del pecado, se ha trocado

en canto que brota jubiloso,

en labios de María pronunciado.

El sí de las promesas ha llegado,

la alianza se cumple, poderosa,

el Verbo eterno de los cielos

con nuestra débil carne se desposa.

Misterio que sólo la fe alcanza,

María es nuevo templo de la gloria,

rocío matinal, nube que pasa,

luz nueva en presencia misteriosa.

A Dios sea la gloria eternamente,

y al Hijo suyo amado, Jesucristo,

que quiso nacer para nosotros

y darnos su Espíritu divino. Amén.