Hemos de aprender a descubrir a Dios en . . .
Manifestación
«Levanta la vista en torno, mira:
todos ésos se han reunido, vienen a ti:
tus hijos llegan de lejos,
a tus hijas las traen en brazos.
Entonces lo verás, radiante de alegría;
tu corazón se asombrará, se ensanchará» (Is 60, 4-5).
Recepción de la Palabra
No es ciego el que no ve, sino el que no mira. Y no hay peor ciego que el que no quiere ver. Hoy se nos muestra la salvación de Dios. Hoy se manifiesta al universo entero el Señor.
No esperes verlo en grandes acontecimientos, no anheles visiones extraordinarias; lo encontrarás junto a ti, en los acontecimientos domésticos, en las relaciones sociales, en forma de luz interior, que ilumina la historia y deja comprender que eres guiado por mano providente.
Si aciertas a mirar desde la fe, te admirarás de lo proximidad de Dios hecho compañero de camino, el Emmanuel, en la que vives.
No quiero disminuir el hecho de la adoración de los Magos, de la Epifanía del Señor. Si la universalizo es porque Jesucristo quiso ser Luz de las naciones, Luz de las gentes, Sol que nace de lo alto, para alumbrar a todos los hombres, Lucero brillante de la mañana, esperanza de los pueblos.
Si te atreves a contemplar en la materia la virtualidad que contiene, descubrirás, como los artistas inspirados, la fuerza que encierra y la potencialidad que guarda. Los pintores contemplativos llegan a plasmar sobre una tabla, tomando a la naturaleza sus colores, el rostro del Señor, la imagen de la Madre de Dios, y lo que parecía materia inerte, se transforma en presencia del Misterio.
Si miras a los ojos de aquellos con quien te cruzas por el camino y traspasas el semblante, a veces tan triste y oscuro, aunque en ocasiones atractivo y amigo, te encontrarás con el rostro que te personaliza, que te da conciencia de semejante, criatura de Dios, icono de su propio Hijo amado. Intenta mirar más adentro, donde reside la bondad, al corazón.
Si lees los sucesos en una clave trascendente, aun cuando todo parece que se cierra en los límites temporales, si te atreves a confiar y te abandonas en las manos de Dios, en medio de la noche que te embarga, aparece la luz de la esperanza, encendida por destellos favorables, pequeñas florecillas del camino, que te consuelan y te dejan conciencia de caminar acompañado desde lo alto.
Los Magos supieron mirar, buscar, trascender, interpretar, confiar, esperar y adorar. Y no quedaron defraudados. Le pido a ellos que te regalen sus actitudes.
Agradecemos esta aportación a Don Ángel Moreno de Buenafuente (consulta aquí su página web)
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