En sentido absoluto, es el estado en el que la persona humana goza de la satisfacción completa de todas las tendencias de la naturaleza. Este estado no consiste en la posesión de una multitud de bienes parciales y limitados, sino en un acto que une con el Bien supremo y tiene así valor de consumación y acabamiento. (O. De La Brosse, Diccionario del Cristianismo)
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