Temor de Dios y confianza

1874

Después de haber reconocido mi indignidad y miseria y que sólo por su bondad y amor quiere ser El mi fortaleza en lo que emprenda de más difícil por su servicio, (experimento) el sentimiento de un gran consuelo, sin detenerme en mi pobreza. Aunque en el sentimiento no tenga como debiera el horror al pecado ni el temor a las penas que merece y que ya están sufriendo los ángeles los primeros caídos, no obstante, es justo que tenga temor a los juicios de Dios, tanto más rigurosos para mí, cuanto que, no sólo como los ángeles y nuestros primeros padres debo obedecer a Dios por ser Dios, sino por haber recibido mayor conocimiento, que a ellos les estuvo oculto, del gran amor que nos tiene a todos en general y por los testimonios particulares que su misericordia me ha manifestado lo que confiere un peso mayor a mis pecados.