Todo ha sido hecho para Dios; yo también, por tanto, he sido criado para Él únicamente. Sólo Él es mi fin esencial, mi fin total; Él es la razón de mi existencia, el único fin de mi vida. No tengo otra razón de ser que su gloria, no existo sino para procurar este único bien. Para Él y únicamente para Él vivo, para Él muero y para Él viviré en la eternidad. No es para mí para quien vivo ni para quien muero, pues ninguno de nosotros vive para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor, porque así en la vida como en la muerte somos del Señor (José Tissot, La vida interior)