Es un talento que no sepas orar, aunque tú creas que es una desgracia. Lo importante es lo que haces con esa incapacidad de orar. Es posible que hayas enterrado ese talento, y te hayas dicho: «Pues no oraré». Sin embargo, con ese talento se pueden sacar muchas cosas. La incapacidad relacionada con la oración debe incrementar en ti el ansia de Dios, y, por consiguiente, puede ser un medio que contribuya a tu santificación. (Tadeuz Dajczer, Meditaciones sobre la fe).