«El testimonio que el Señor da de Sí mismo y que San Lucas ha recogido en su Evangelio «Es preciso que anuncie también el reino de Dios en otras ciudades» (Lc. 4, 43.), tiene sin duda un gran alcance, ya que define en una sola frase toda la misión de Jesús: «porque para esto he sido enviado» (Ibidem). Estas palabras alcanzan todo su significado cuando se las considera a la luz de los versículos anteriores en los que Cristo se aplica a Sí mismo las palabras del Profeta Isaías: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió para evangelizar a los pobres» (Lc. 4, 18; cf. Is. 61, 1). Proclamar de ciudad en ciudad, sobre todo a los más pobres, con frecuencia los más dispuestos, el gozoso anuncio del cumplimiento de las promesas y de la Alianza propuestas por Dios, tal es la misión para la que Jesús se declara enviado por el Padre; todos los aspectos de su Misterio —la misma Encarnación, los milagros, las enseñanzas, la convocación de sus discípulos, el envío de los Doce, la cruz y la resurrección, la continuidad de su presencia en medio de los suyos— forman parte de su actividad evangelizadora »(n.6). (…) «Evangelizar: ¿Qué significado ha tenido esta palabra para Cristo? Ciertamente no es fácil expresar en una síntesis completa el sentido, el contenido, las formas de evangelización tal como Jesús lo concibió y lo puso en práctica. Por otra parte, esta síntesis nunca podrá ser concluida. Bástenos, aquí recordar algunos aspectos esenciales» (n.7).
Exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi