Si somos capaces de entender la presencia del mal dentro de nosotros, seremos lo suficientemente objetivos y tranquilos para hacernos cargo de ello con paciencia, confiando en la gracia de Dios.
Si somos capaces de entender la presencia del mal dentro de nosotros, seremos lo suficientemente objetivos y tranquilos para hacernos cargo de ello con paciencia, confiando en la gracia de Dios.